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PERCUSIÓN

Para hablar de la historia de la percusión tendríamos que remitirnos a la más antigua historia de la humanidad, pues ya en el Paleolítico Superior contaban con "instrumentos de percusión".

Aunque no hay prueba material alguna de la "actividad musical" que pudiese haber en los tiempos prehistóricos, si que la hay mediante pinturas y grabados en los que se puede apreciar una cierta aplicación musical golpeando sobre troncos huecos y otros muchos objetos para producir sonidos musicales.

En un principio, se golpeaban distintos elementos entre ellos (piedras, maderas, huesos), posteriormente la búsqueda de elementos de resonancia para golpear llevó al hombre a tensar pieles de animales sobre troncos huecos, vasijas de arcilla, y allí en donde pudieran ser tensadas a modo de caja de resonancia, a partir de aquellos momentos y paralelamente a la evolución de las herramientas fueron apareciendo los primeros "timbales y tambores" con sus distintas formas, tubulares altos o bajos, media esfera, etc., dando así origen a los primeros resonadores o tambores étnicos en las distintas zonas de la tierra, africanos, árabes, asiáticos, japoneses, americanos, europeos (citando como curiosidad el tambor de arena africano del Senegal, que consiste en una piel que tensan sobre un agujero hecho en el suelo, actuando dicho agujero como caja de resonancia).

De una forma general, denominamos bombos, timbales o tambores a los instrumentos de percusión que hacen vibrar una o dos membranas al ser golpeadas.

Siguiendo con su evolución, tenemos que los instrumentos de percusión de las familias de los membranófonos pasaron desde las civilizaciones asiria y egipcia a Grecia tratándose entonces ya de verdaderos instrumentos musicales, los cuales se utilizaban tanto para enviar mensajes sonoros de un punto a otro, como para acompañar en danzas rituales y bailes, o también con fines militares, siendo que durante un gran periodo de la humanidad comparten su uso en el ámbito militar y el popular. Por ejemplo, desde muy antiguo en el ámbito militar se asociaban los tambores y pífanos a la infantería y los timbales y trompetas a la caballería, ello para insuflar ánimo, para dar órdenes de velocidad de paso, de ataque, de retirada, entre otros, siendo que predomina hoy en día su uso en el ámbito popular, danzas (tanto religiosas como paganas), y demás bailes, orquestas y bandas de música, batucadas y tamborradas, etc.

Atabal, pandero, tímpano, timbal, bombo, redoblante, tambor, cajá, tamboril, tabal...

La tradición popular musical de los instrumentos de percusión membranofonos ha evolucionado paralela a las necesidades de los pueblos y dependiendo de la zona donde se utilizasen. En general evolucionaron hacia dos formas distintas, los golpeados con palillos y los golpeados con las manos.

Centrándonos más en los tambores, estos son instrumentos musicales de percusión, de madera o de metal, de forma cilíndrica, hueco, cubierto por sus dos extremos con piel estirada, tensada mediante cuerda (al estilo tradicional), o por varillas y tornillos (hoy en día), y el cual se toca con dos palillos o baquetas.

En los primeros y refiriéndonos a la música tradicional lo habitual suele ser encontrarnos con el tamboril o con el tabal acompañado de un instrumento de viento, y además utilizado ritmos que acompañan e identifican una actividad popular concreta, danzas, bailes, rituales religiosos, desfiles, etc.

Y ahora, hablemos del "Tabalet valenciano". Evidentemente, pertenece a la familia de los tambores, pero con sus características y dimensiones propias, cuerpo cilíndrico hueco de madera, cerrado con una membrana en su parte superior, más gruesa que la de la parte inferior, a la cual se sobreponen unos bordones que producen vibraciones al golpear el parche superior.

Dichas membranas están sujetas al cuerpo cilíndrico mediante aros de madera que van unidos entre sí por una cuerda, en zig zag, que se tensa con unas piezas de cuero a modo de trapecio.

Así como en el S.XV se asociaban timbales y tambores a caballería o infantería, ya desde entonces y hasta hoy en día, el Tabalet es el compañero inseparable de la Dolçaina, refiriéndose al tabalet en sus crónicas Ramón de Muntaner (en la crónica 297) y por muchos mas autores, Joanot Martorell (en Tirant lo Blanc), y más recientemente Blasco Ibáñez (al describir a la sociedad valenciana en sus libros y cuentos, arroz y tartana, dimoni, la cencerrada).

En el capítulo del Tabalet daremos una descripción más exhaustiva.

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